Apenas tenemos noticias de la vida de Simón Ruiz hasta su llegada, a mediados de siglo, a Medina del Campo en donde se establece como mercader de paños, comerciando al por mayor con géneros de importación. Las grandes ferias de Medina le permiten entrar en contacto con agentes de importantes empresas procedentes de los grandes centros económicos de Europa. Sus primeros negocios se basan en el comercio de lienzos de Nantes y mercancías de Bretaña y Aragón en las ferias más importantes de Castilla. Gracias a los grandes éxitos que le acompañan desde los comienzos de su actividad, se convierte en un hombre de considerable fortuna, circunstancia que le permite iniciar una segunda etapa profesional en la que, sin olvidar el comercio de mercancías, participa también en negocios financieros interesado en el cambio de diferentes monedas y otras actividades de carácter dinerario, muchas de ellas relacionadas con préstamos a la Corona.
Su imperio económico no encontrará sucesor directo ya que, a pesar de casarse dos veces, no logra tener descendencia. Primeramente contrae matrimonio en 1561 con Dª María de Montalvo, dama perteneciente a una familia de noble abolengo de Arévalo, y, tras enviudar prematuramente, vuelve a casarse en 1574 con Dª Mariana de Paz, cuando ya por entonces su fortuna personal debía de rondar los 70.000 ducados. En 1581 traslada su residencia a Valladolid, pero en 1591 vuelve nuevamente a Medina del Campo, a pesar de que la villa muestra ya los primeros síntomas de una evidente decadencia.
En los cinco últimos años de su vida -muere el 1 de marzo de 1597-, Simón Ruiz se consagra por entero a la construcción de un hospital, su gran obra de mecenazgo. Para ello, el 23 de abril de 1591, había firmado con el Ayuntamiento de Medina una concordia que será ratificada un año después por Felipe II, por la que obtenía el patronato de la nueva institución construyendo y dotando a su costa un gran edificio en el que se refundían todos los hospitales y albergues cofradieros y gremiales de la villa (excepto el fundado por fray Lope de Barrientos). El conjunto hospitalario se edifica según el proyecto encargado al arquitecto jesuita fray Juan de Tolosa, personaje enigmático de origen salmantino, emparentado con Pedro de Tolosa, aparejador de El Escorial. Las obras se inician en 1592 y concluyen en 1619, llevándolas a efecto un extraordinario plantel de maestros de obras de origen segoviano.
En la traza de este singular edificio queda patente la influencia de los modelos clasicistas determinados por tres grandes corrientes teóricas que se corresponden, en primer lugar, con las propias de la tratadística italiana de Serlio, Vitruvio, Palladio y, especialmente en este caso, de Alberti; en segundo término, con los arquetipos arquitectónicos vinculados a la Contrarreforma, especialmente los cánones edificatorios difundidos por los arquitectos de la Compañía de Jesús, cristalizados en el denominado «estilo jesuítico», y, por último, con el influjo poderoso de la construcción de El Escorial y los escritos teóricos enunciados por su artífice, Juan de Herrera.
Junto con tan magnífico edificio, también sigue vigente en nuestros días la institución que creara Simón Ruiz, actualmente reconvertida en una fundación de carácter asistencial dedicada al cuidado de personas con discapacidad. Asimismo pervive su legado histórico formado, de una parte, por un importante conjunto de obras artísticas fechadas entre los siglos XV y XIX y, de otra, por su archivo documental.