Fray Lope de Barrientos Egas Cueman |
Fotografía cortesía del Museo Nacional del Prado |
El 17 de noviembre de 1454, catorce años antes de su muerte, Barrientos hizo un largo y detallado testamento. En él expresaba su deseo de ser enterrado en el hospital que había fundado en Medina del Campo, el hospital de la Piedad y San Antonio Abad. Debía ser enterrado en el centro de la capilla, bajo la efigie de alabastro que ya se había realizado. Aunque no menciona el nombre del autor de la imagen, en otro pasaje posterior del mismo documento se cita al “maestro Hanequín”, residente en Toledo. Se trata de Hanequín de Bruselas, el hermano de Egas Cueman. Por el testamento sabemos que una dama le había encomendado a Barrientos que encargara varias efigies para la ciudad de Ávila; el obispo transfirió la suma de dinero necesaria a un canónigo de Ávila, quien debía pagarle a Hanequín por terminar las efigies e instalarlas en la ciudad, según un contrato que obraba en poder del canónigo. Se establece así una conexión entre Barrientos y Hanequín de Bruselas, quien estaba especializado en arquitectura pero que trabajaba en colaboración con su hermano Egas Cueman, más dedicado a la escultura. Como la estatua de Barrientos se asemeja mucho a la que Egas realizó de Gonzalo de Illescas, encargada en 1458, es plausible atribuirle a Egas la del obispo. Ya estaba terminada en noviembre de 1454, cuando Barrientos hizo testamento. Como parece que estaba destinada a su nuevo hospital, es poco probable que se encargara antes del 18 de abril de 1447, fecha en la que Barrientos consiguió una licencia papal que le autorizaba a fundar “un solemne y suntuoso hospital para los pobres, con un oratorio y un cementerio y otras cosas necesarias”. Aunque en 1451 y 1453 Barrientos obtuvo indulgencias plenarias para todos los pobres y enfermos que murieran en el hospital, es posible que la construcción no avanzara muy deprisa. En 1455 Barrientos residía en Medina del Campo, pero no en el hospital. La “casa de nuestra residencia” estaba en el convento de San Andrés. Durante los siglos XIV y XV, los escultores franceses y españoles cultivaron tanto el tipo de estatua arrodillada como el de yacente. Al encargar una efigie exenta y arrodillada, es posible que Barrientos se acordara de las figuras de bronce dorado de Álvaro de Luna y su esposa que estuvieron en su día en la catedral de Toledo y se destruyeron después, durante los disturbios de 1440. Eran, al parecer, figuras yacentes que mediante un mecanismo podían incorporarse, arrodillarse y rezar. Entre 1467 y 1476 Egas realizaría las efigies arrodilladas de Alfonso de Velasco y su esposa. Lamentablemente sabemos poco del aspecto que tendría el monumento de Barrientos, salvo que la estatua se iba a colocar encima del sepulcro, contenido en un nicho en el centro de la capilla de su hospital. Esta tenía techumbre de madera al estilo mudéjar, con una inscripción que conmemoraba la figura del obispo. Es posible que este interviniera en el encargo del Tríptico de Miraflores o en la planificación de su iconografía. La pieza que aquí se expone, realizada casi con seguridad por Egas Cueman, es de tal calidad que debe situarse entre lo mejor de la producción de los escultores contemporáneos de Rogier Van der Weyden. Lorne Campbell y José Juan Pérez Preciado La escultura de Lope de Barrientos en el Museo del Prado |