Las formas de creación y recepción de la pintura temática o de género neerlandesa fueron fruto de la transformación política, económica y cultural que la República de las Provincias Unidas (actual Países Bajos) llevó a cabo en la primera mitad del siglo XVII. La pintura sobre tabla titulada de forma genérica “Escena campestre”, y que ha sido recientemente atribuida por el C.A.E.M., centro de investigación dependiente de la Universitat de Lleida, al pintor neerlandés Paulus Potter, es un ejemplo íntegro de la especialización a la que tuvieron que someterse los pintores, en un mercado muy competitivo, durante el Siglo de Oro neerlandés.
En una deriva hacia el realismo, la representación de la naturaleza fue entonces atendida de forma diversa, y Paulus Potter fue el mejor beestenschilder o pintor de bestias, cuyo estilo minucioso y concreto influiría en la forma de representar animales en las siguientes generaciones de pintores. Su temprano éxito deriva del gusto por los motivos campestres por parte de la sociedad urbanita neerlandesa, que añoraba la tranquilidad y los modos de vivir del mundo rural. Los hofdicht o poemas laudatorios de la vida campestre, al modo de las Geórgicas de Virgilio, fueron una buena fuente de inspiración de artistas, y en esa estela idílica, de belleza pintoresca pero llevada al naturalismo, Potter atiende a la representación de los animales como auténticos protagonistas de sus cuadros, apartando a un segundo plano la figura humana. Esto supone en sí una gran novedad que no pasó desapercibida para una clientela de alto nivel, caso de Cristina de Suecia, Carlos II de Inglaterra, o el conocido marchante y doctor Nicolaes Tulp, que empezó a demandar sus obras para engrandar sus colecciones privadas y que hoy día se encuentran en prestigiosas instituciones museísticas, caso del Mauritshuis de La Haya, el Hermitage de San Petersburgo, el Rijksmuseum de Ámsterdam o el Louvre de París. Este sería el caso de esta pintura hasta ahora inédita que presenta, aún sin identificar, un sello de cera en el reverso del soporte de madera, atestiguando su antigua pertenencia a una importante colección.
Potter tuvo un talento precoz que rápidamente le llevó a separarse estilísticamente de su maestro Claes Moeyaert, experimentando con la impresión de la luz en las superficies según la hora y las cualidades táctiles de la materia, cosa que influyó notablemente en el resto de los maestros de la Escuela de Delft, donde con tan solo veintiún años ya había accedido a la guilda de San Lucas en 1646. No cabe duda de que esos efectos lumínicos, como el difuminado del fondo del paisaje, son asimilados de la observación directa de la naturaleza, pero también del estudio de jóvenes pintores que regresaron de Italia, caso de Van Laer o Jan Both. Con una vida cortada a los 28 años por la tuberculosis, y que rápidamente le llevó al mito, su biógrafo Arnold Houbraken informa a través de su viuda, Adriana van Balckeneynde, que Potter, como artista incansable, siempre aprovechaba cualquier paseo para tomar apuntes del natural, para más tarde en su taller formar las composiciones a partir de diferentes dibujos. Son características las superposiciones de animales que repite en diferentes versiones de sus cuadros. Sus obras son minuciosamente descriptivas, recuerdo de una tradición que llega desde la pintura flamenca, generalmente de pequeño formato como la que aquí se presenta, y relatan a través del ganado el orgullo nacional que significa la soñada tierra fértil alcanzada a través de la independencia, así como los productos de ella recogidos, como la leche, el queso o la mantequilla, verdaderas enseñas del país.
Una mirada más profunda como la de Axel Rüger, antiguo conservador de pintura neerlandesa de la National Gallery de Londres, nos indica que esa alerta u observación atenta que ofrecen los toros y vacas en muchas pinturas ante la presencia del extraño, hablaría desde un contexto político de la vigilancia constante de un país por defender su identidad y prosperidad económica ante los enemigos.
Francisco José Boldo Pascua
BIBLIOGRAFÍA
LIEDTKE, W., PLOMP, M. y RÜGER, A., Vermeer and the Delft School. The Metropolitan Museum of Art. New York, 2004.
SUTTON, P. y LOUGHMAN, J., El Siglo de Oro del Paisaje Holandés. Fundación Colección Thyssen-Bornemissa. Madrid, 1995.
WALSH, A., BUIJSEN, E. Y BROOS, B., Paulus Potter: Paintings, Drawings and Etchings. Mauritshuis, Hague. Zwolle, 1994.
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