Cristo crucificado procesional
Anónimo castellano
Década de 1540
Madera policromada / 92,5 x 85 x 22,5 cm (cruz: 156 x 88 cm)
Colegiata de San Antolín. Medina del Campo
Restauración realizada por Francisco José Boldo, Taller de Restauración de Arte
con la financiación de la Asociación “Mujeres en Igualdad” de Medina del Campo
En la Colegiata de San Antolín de Medina del Campo se conservan varios Crucificados de medianas o pequeñas dimensiones, en su mayoría del siglo XVI, que al variar su lugar de conservación en el templo a lo largo de los años y al ser utilizados en los actos litúrgicos cotidianos de la parroquia, se nos hace muy difícil rastrear su procedencia original. En al menos tres de ellos se deduce su uso procesional al rematarse el extremo inferior de la cruz con un rebaje –en este caso protegido con dos planchas de hierro-, para facilitar su sujeción a unas andas. Este Cristo en la cruz, que durante los últimos años estuvo suspendido de la cúpula del crucero de la capilla de Ntra. Señora de las Angustias tuvo, originariamente, el mencionado uso procesional. La restauración a que ha sido sometida la obra recientemente nos descubre una escultura que ha de enmarcarse en la producción de los talleres que están trabajando en el retablo mayor de la Colegial en la década de los años cuarenta del siglo XVI; más concretamente cabría atribuirlo a algún escultor más cercano a los círculos de Juan Picardo o Leonardo de Carrión, que intervienen algo más tardíamente que los de Isidro Villoldo, Pedro de Salamanca o Juan Rodríguez, cuyos rasgos estilísticos son muy diferentes a los de la obra que nos ocupa.
El modo de plasmar la figura del Crucificado responde a un modelo de amplia repercusión en la escultura castellana en fechas cercanas a la mitad del siglo XVI. Mientras que la anatomía se resuelve dentro de un sosegado realismo, en el que se percibe la estructura ósea y la musculatura, la carga dramática se concentra en el complemento polícromo a través de los regueros de sangre que brotan de los clavos y la llaga del costado, que confirma la posterioridad al momento de la muerte. También son recursos habituales en dicho momento la gruesa corona de espinas, tallada en forma de trenzado de doble altura, la caída de la cabeza hacia su derecha y la distinta elevación de las piernas, en los dos últimos casos para evitar una disposición excesivamente frontal. La agitación del momento se capta esencialmente a través del movido plegado del paño de pureza, surcado por profundos pliegues ondulados que recuerdan a los utilizados en relieves como la Oración en el Huerto del mencionado retablo mayor de la Colegiata. La sinuosa caída de la tela bajo el nudo lateral evoca la gran tormenta que se desató tras la muerte de Jesús. En suma, una obra cuya puesta en valor, a través de su restauración, aporta una prueba más de la calidad de la escultura que en el siglo XVI se realizaba en Medina del Campo.
José Ignacio Hernández Redondo y
Antonio Sánchez del Barrio
BIBLIOGRAFÍA
ARIAS MARTÍNEZ, M., HERNÁNDEZ REDONDO, J. I. y SÁNCHEZ DEL BARRIO, A., Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid, Tomo XIX, Medina del Campo. Salamanca, Diputación de Valladolid, 2004, p. 108 y fig. 64.