San José con el Niño
Círculo de Juan Picardo
Tercer cuarto del siglo XVI
Escultura en madera policromada / 130 x 51 x 36 cm
Monasterio de San José de Carmelitas Descalzas de Medina del Campo
Obra restaurada por Francisco Boldo – Taller de Restauración de Arte Intervención (abril-agosto, 2017),
con el patrocinio de la Diputación de Valladolid a través del Convenio
de colaboración que mantiene con la Fundación Museo de las Ferias
Santa Teresa funda en Medina del Campo su segunda casa del Carmelo renovado “el día de Nuestra Señora de Agosto, a las cinco de la mañana, poco más o menos…”, del año 1567, según consta en el acta notarial de la fundación. Es decir, el día 15 de agosto del presente año 2017 el monasterio cumplía 450 años de su creación y con motivo de esta efeméride se decidió la restauración de una de las obras histórico-artísticas más señeras de su patrimonio y al tiempo una de las más desconocidas del mismo, incluso hasta para las propias hermanas que lo habitan en la generación actual. El que haya pasado prácticamente desapercibida en los últimos tiempos se debe a haber estado instalada en la hornacina abierta al exterior del edificio, sobre la puerta de ingreso a la iglesia conventual.
Se trata, en efecto, de una escultura de San José con el Niño de iconografía muy temprana, en la que se representa al Patriarca como un hombre en plena madurez, que puede datarse en el tercer cuarto del siglo XVI. Esta cronología nos lleva a la hipótesis de estar ante la imagen titular del convento desde su origen y a lo largo del primer siglo de su andadura. Su emplazamiento original quizá fuera un retablo de pequeñas dimensiones instalado en la capilla primitiva del convento, zona que actualmente correspondería al zaguán y locutorio antiguos, cuya existencia aún perdura en la memoria del monasterio. Más adelante, al levantarse el retablo mayor del nuevo templo (conjunto que se asienta en 1622 y se dora y policroma a partir de 1640), esta condición de imagen titular de la Comunidad carmelita pasaría al monumental San José con el Niño atribuido a José de Rozas, de finales del siglo XVII, que desde entonces preside la iglesia conventual.
Las características de la escultura –sin labrar en su parte posterior y ahuecado su interior, para colocarse en un retablo- y las sucesivas policromías que presenta, coinciden puntualmente con lo anteriormente expuesto y con la cronología de los principales acontecimientos y efemérides vividos por la Comunidad. Así, la talla de la escultura y su policromía original son las propias de las décadas de 1550-1560, momento en que están trabajando en Medina del Campo varios artistas con sus talleres en obras tan importantes como el retablo mayor de la Colegiata. De todos ellos, quizá la mayor cercanía de rasgos artísticos se encuentre en la obra de Juan Picardo y su taller, en el que trabajaban sus yernos Juan de Astorga y Pedro Andrés. A este círculo de escultores habría que atribuir la obra, hasta contar con documentos que nos descubran el nombre concreto del autor de la misma. El tratamiento de los pliegues de las vestiduras y la forma compacta de trabajar los mechones del cabello y las barbas de los personajes, son tan sólo dos rasgos coincidentes de varios de los relieves del retablo mayor de la Colegiata y otras esculturas exentas (retablo del Jesús a la Columna) adscritas a Juan Picardo y su taller, con las que presenta el San José que ahora estudiamos.
Gracias a la presente restauración, conocemos ahora la rica policromía y dorados originales de la pieza, que nos han llegado muy fragmentados; asimismo, una segunda policromía de tonos verdosos claros con estofados de formas vegetales, que corresponde al último tercio del siglo XVII (momento coincidente con importantes efemérides teresianas como los primeros centenarios de la fundación del convento y de la muerte de la santa fundadora, conmemorados respectivamente en 1667 y 1682); y un tercer burdo repinte de tonos planos, de comienzos del siglo XX, que es el que ha llegado a nuestros días ocultando a primera vista la antigüedad y calidad artística de la obra, hasta el punto de ser marginada al espacio exterior y expuesta tras un cristal enrejillado.
Antonio Sánchez del Barrio