Visión mística de Santa María Magdalena de Pazzi
Antonio Van de Pere, 1670
Óleo sobre lienzo / 198 x 150 cm (incluido marco)
Santuario de la Virgen del Carmen de PP Carmelitas Descalzos. Medina del Campo
Este magnífico lienzo, firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo -“ANTONIO VAN Đ PERE. / FA AÑO 1670”-, fue dado a conocer por el profesor Urrea en 1977 (BSAA, XLIII. Valladolid, 1977, pp. 488-490), quien lo calificó entonces como “la obra más bella de las conocidas” de este pintor, sugiriendo su composición a partir de algún grabado de origen flamenco. En efecto, esta suposición ha quedado plenamente confirmada en el reciente artículo que Fernando Moreno Cuadro ha dedicado a los dibujos del flamenco Abraham Van Diepenbeeck (BSAA Arte. Valladolid, 2013, pp. 157-182). Dichos dibujos, llevados a la estampa por reconocidos grabadores de la misma procedencia, ilustran el libro Les peintures sacrées du Temple du Carmel (1660), auténtico tesoro iconográfico carmelitano. Las veintiséis representaciones (incluida la portada) de los santos fundadores y reformadores de la Orden concluyen con una dedicada a Santa María Magdalena de Pazzi (1566-1607), precisamente en esta escena de su doble coronación: de espinas por Jesucristo y de flores por la Virgen María, en evidente referencia alegórica a su glorificación. La inspiración de las imágenes de esta serie corresponde al padre Gracián de San Elías, sus diseños al ya citado Diepenbeeck y la labor de estampación, en nuestro caso -ya que intervienen varios grabadores-, a Pierre Clouwet.
Siguiendo fielmente la estampa que acabamos de mencionar, la Santa aparece arrodillada, apretándose contra el corazón algunos de los Instrumentos de la Pasión -la cruz, la columna de la flagelación, la lanza de Longinos, la caña con la esponja y el flagelo-, en alusión a los sufrimientos de Cristo que quiere hacer suyos. En lo alto, Dios Padre y el Espíritu Santo presiden la escena y a los pies de la Santa, a la izquierda, aparece la calavera de Adán junto a un libro y un manojo de azucenas. Difiere de la composición original del grabado, la aparición de una corte de querubines que surgen en los cuatro ángulos de la escena enmarcando a los personajes.
Tanto Jesucristo y la Virgen como la propia Santa presentan volúmenes redondeados, envueltos en amplios ropajes de tonalidades suaves y delicadas, que demuestran la notable evolución de la producción artística de su autor. Así, la gama de colores grisáceos y apagados de sus primeras pinturas, son ahora más transparentes y de mayor intensidad, predominando el rosa pálido de las túnicas y el azulado del manto de María. La figura de Jesús nos recuerda a la que aparece en el lienzo -contemporáneo al nuestro- de la Coronación de espinas de Santa María Magdalena de Pazzi, de Pedro de Moya, conservado en el Museo de Bellas Artes de Granada (está basado en una estampa de Gaspar Bouttats), en el que también aparece la Virgen, pero ahora al lado de su Hijo y sin la misión de coronar de gloria a la Santa. Por su parte, el rostro de María de nuestra obra es de rasgos prácticamente idénticos a los de una Anunciación del mismo Van de Pere, firmada y fechada en 1673, dada a conocer por Quesada Valera en 1999 (BSAA, t. LXV. Valladolid, 1999, pp. 307-322; lám. III, f.1).
De la historia particular de esta pintura apenas conocemos datos precisos. Es evidente que se encargaría con motivo de la canonización de la carmelita en 1669, ya que está fechada un año después, quizá con destino al desaparecido monasterio medinense de Santa Ana de carmelitas calzados. Al menos esa es la procedencia de la mayor parte de las obras del patrimonio artístico del convento donde se conserva actualmente, el de carmelitas descalzos. Este convento, hoy Santuario de la Virgen del Carmen, se fundó en 1891 sobre un antiguo monasterio de agustinas recoletas, gracias a la cesión del Conde de Peñaflorida que por entonces era su patrono. Tal vez a este último año haya que remontar su llegada a su actual ubicación en la clausura de los carmelitas descalzos.
Antonio Sánchez del Barrio