Caña de bombarda
Taller castellano
Segunda mitad del siglo XV
Hierro forjado / 13 x 75,5 x 10 cm
Museo de Valladolid
La Fundación Museo de las Ferias ha seleccionado como “Pieza del Mes” de junio una caña de bombarda que creemos procedente del Castillo de la Mota y que actualmente se conserva en el Museo de Valladolid. Suponemos que dicha pieza sea una de las que el arquitecto Juan Agapito y Revilla describe en los artículos que publica en 1916, tanto en el semanario medinense “El Heraldo de Castilla” (números de mayo a julio), como en la “Revista Castellana” (nº 7), en los que da cuenta de los restos aparecidos en las excavaciones efectuadas en el Castillo durante las obras que él mismo dirige entre 1913 y 1916 (entre ellos cuatro piezas artilleras). Otras bombardas de la misma procedencia y similares características, aunque de mayores proporciones, se conservan también en el Alcázar de Segovia y en el Castillo de Magalia (Ávila).
Bombarda es un término genérico, de origen italiano, que se aplicó a las primeras piezas de artillería de la Baja Edad Media; en la actualidad se suele utilizar para referirse a las realizadas en hierro forjado, formadas por una serie de duelas longitudinales sujetas por aros o zunchos del mismo metal. Constan de dos piezas: la recámara o cañón servidor, donde se cargaba la pólvora, y la trompa o caña, tubo encargado de recibir el proyectil y darle la dirección. La recámara se enchufaba en la parte trasera de la caña, trabándose con una barra de hierro o con un saliente del afuste. Estas piezas se cargaban por la boca con bolaños de piedra o -en el caso de las de menor calibre- de metal, que se hacían llegar hasta el fondo del ánima, asegurándose con cuñas de madera y cera. En rigor, las bombardas no se apuntaban pues su precisión era muy escasa, sino que se orientaban, logrando la inclinación adecuada para realizar el tiro a base de levantar con cuñas el afuste. Para hacer fuego se aplicaba un hierro candente en el fogón situado en la recámara. La cadencia de tiro era muy lenta, pues después de cada disparo había que aflojar las cuerdas y volver a cargar la recámara.
La caña conservada en el Museo de Valladolid debió de formar parte de una bombarda de pequeño tamaño pues tiene un calibre de tan sólo 6 cm. mientras que el ánima mide doce calibres de largo. Está provista de cinco abrazaderas de refuerzo; de la central de ellas pende una argolla si bien, a juzgar por la forma y perforación de una de las abrazaderas de los extremos, probablemente contó con otra argolla más. Muy probablemente proceda de la artillería del Castillo de la Mota de Medina del Campo ya que varias de las piezas artilleras allí encontradas en las excavaciones de la primera mitad del siglo XX se depositaron en el entonces Museo Provincial, actual Museo de Valladolid.
Fernando Pérez Rodríguez-Aragón
Conservador del Museo de Valladolid