San José

Gregorio Fernández
Hacia 1610-1620
Madera policromada / 73 cm de alto
Convento de San José. Madres Carmelitas Descalzas (Medina del Campo)


sanjose


La escultura es un original indudable de Fernández y su estilo encaja muy bien con el que desarrollaba el artista en la década de 1610 – 1620. La cabeza pequeña, con ojos de cristal y apurado estudio de cabellos, y la disposición de sus ropajes le otorgan una gran distinción. Elegante en su movimiento de paños y maneras, parco en su policromía, constituye la representación de un tipo de San José joven y pleno de vigor que fue habitual en el repertorio del artista castellano.

Podría pensarse que se tratara de un boceto terminado, preparatorio para la escultura del santo titular del propio convento medinense que se colocó en su retablo mayor en 1622, cuyo paradero se desconoce, ya que el existente en el mismo es obra hecha hacia 1690 y probablemente sea original del escultor castellano José de Rozas.

Tal vez pueda ponerse en relación con alguna de las tres imágenes de talla que representando a San José figuran anotadas en un inventario del convento redactado en 1623, especificándose únicamente que una de ellas poseía tres cuartas de tamaño (0,62 m) y otra estaba acompañada por un Niño.

Fueron numerosas las esculturas que hizo Fernández representando a San José, siempre de una calidad muy alta. Basta recordar que su prototipo será la figura que forma el grupo, en relieve, de la Sagrada Familia, existente en un retablo del monasterio bernardo de Valbuena de Duero o el santo titular de la antigua cofradía de Niños Expósitos (1620), que se guarda en la iglesia parroquial de San Lorenzo de Valladolid, repetida en sus versiones del convento de carmelitas descalzas de la misma ciudad, destinada a una de las hornacinas de su retablo mayor (1623), o la que se conservó hasta 1936 en un retablo colateral del convento franciscano de Éibar (Guipúzcoa) aunque, sin lugar a dudas, el mejor ejemplo es el primero de los citados. Incluso la disposición habitual de esta iconografía josefina la utilizó nuevamente el escultor cuando en 1628 hizo una de San Joaquín, con destino a un retablo de la iglesia de los jesuitas de Lima, que aparece formando grupo con las figuras de Santa Ana y la Virgen niña.

También entre sus discípulos tuvo una gran aceptación el tipo creado por el maestro. El asturiano Luis Fernández de la Vega lo repitió en una escultura de San José con el Niño para un retablo de Medina del Campo, y del salmantino Juan Rodríguez será el San José integrado en un grupo de la Sagrada Familia existente en el retablo mayor de las carmelitas descalzas de Calahorra (La Rioja) que reitera idéntica iconografía, ensayada igualmente en otros grupos similares destinados a los conventos carmelitanos de Medina de Rioseco (hoy en la iglesia de Santa María) y Palencia (perdido).

Jesús Urrea
Director del Museo de la Universidad de Valladolid