DOCUMENTOS ARCHIVO SIMÓN RUIZ 10 / JULIO – AGOSTO 2017
«Memoria de lo que costó el coche del señor Simón Ruiz»
(con la carta que remite el licenciado Arévalo Sedeño a Medina del Campo)

Valladolid, 5 de marzo de 1575
Manuscrito sobre papel / bifolio
ASR, CC, C, Caja 27-10

 


El coche (palabra de origen húngaro para referirse a este artefacto inventado en aquella tierra) se fue introduciendo en España a partir de mediados del siglo XVI y afianzándose su uso en Castilla con el traslado de la Corte a Madrid en 1561. Al mismo tiempo, siguiendo el modelo cortesano, la nobleza y las élites urbanas empezaron a comprar coches viendo en ello un aparato ceremonial de representación y propaganda que indicaba el status económico de su poseedor y marcaba su diferenciación social.

No habría de ser menos Simón Ruiz quien era ya un poderoso hombre de negocios y, aunque no era persona dada a la ostentación y el lujo, quiso complacer a su esposa Mariana de Paz -con la que contrajo matrimonio en enero de 1574- con la compra de un coche en Valladolid al año siguiente. Por la memoria de gastos que acompaña a la carta que remite el licenciado Arévalo Sedeño, quien fuera Alcalde del Crimen en la Real Audiencia de Valladolid, sabemos el precio y algunas características de este vehículo. Se pagaron por el coche con todos sus herrajes y aderezos más las guarniciones y collarones para dos mulas y las de un caballo rucio que también se compró, 82.330 maravedís (aunque figuran 82.235 mrs en la cuenta de los recibos de pago). En la relación figuran los nombres de la mayoría de los artesanos que trabajaron en esta obra y entre ellos hay que destacar a Juan de Pedregal que hizo el herraje de este coche. Sin duda, se trata del mismo Pedregal que en 1576 hará la reja de la capilla que el bachiller Pedro del Torneo (primo de la viuda del pintor y escultor Gaspar Becerra) adquirió en la iglesia de Santa María de Tordesillas; y al que en 1579 se le encargará la construcción del reloj de la Universidad de Valladolid con un mecanismo que daba las medias horas y la aparición de tres carnerillos igual que el reloj de la Colegiata de Medina del Campo.

Por los datos del documento que presentamos y algunos otros obtenidos de la relación de bienes y almoneda que llevan a cabo los testamentarios de Simón Ruiz, se puede concluir el aspecto de esta carroza de casa. Se trataría de un coche de viaje prácticamente idéntico al que se conserva en el Museu Nacional dos Coches de Lisboa y que perteneció al rey Felipe II (Felipe III de España), un tipo arcaico utilizado desde mediados del siglo XVI. Concretamente el carruaje de Simón Ruiz era un modelo de cuatro ruedas con dos ejes conectados entre sí por una sola viga que pasa por debajo de la caja; ésta última iba abierta y revestida de cordobán pespunteado y tachonado con clavos y bollones de latón dorado en forma de rosetillas, rosas y manzanas; el coche se cubría con una toldilla verde de cuero encerado para resguardar del agua y dos cortinillas de damasco o tafetán de color azul y amarillo (como los colores que figuran en el escudo de armas de las familias Ruiz Envito-Montalvo-Paz) e igual que las dos almohadas para sentarse con los pespuntes de hilo de oro; mientras que los respaldos, estribos y estradillo iban forrados en terciopelo. El coche podría llevar o bien un tronco en el que fueran aparejadas dos mulas guiadas por un cochero montado sobre una de ellas; o solo uncido el caballo rucio que se menciona en esta memoria de gastos.

Este sería el tipo de coche del que también nos dan noticia tanto Navagero que los había visto en las proximidades de Burgos, como Teresa de Jesús en sus peregrinaciones fundacionales por Castilla o Damasio de Frías en su Diálogo en alabança de Valladolid (hacia 1582) cuando dice refiriéndose al Prado de la Magdalena “donde las tardes y noches de verano es tanta la gente a pie, en coches y a cavallo, hombres, mujeres, músicas, cantos, bayles y regocijos…”.

En el inventario de los bienes de Simón Ruiz se dice que junto a su casa de la calle de Ávila había una cochera donde se guardaba la carroza y la caballeriza. Allí había un macho rucio con su freno y su silla, dos caballos castaños de tirar con sus jaeces, otro caballo castaño, una silla de jineta, dos sillas de la brida, tres frenos y tres ruedas de coche. Además, se guardaban allí un carro largo de madera con sus cuatro ruedas y un cubeto para traer agua con la cubierta de angeo vieja y rota, más un charrión de madera que servía en el hospital.

Fernando Ramos González

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BIBLIOGRAFÍA

BASAS FERNANDEZ, M., “La hacienda de Simón Ruiz”, en Boletín de la Institución Fernán González, 1er sem., año 41, núm. 160, Burgos, 1963, pp. 502-503.

LÓPEZ ÁLVAREZ, A., Poder, lujo y conflicto: coches, carrozas y sillas de mano en la Corte de los Austrias, 1550-1700. Universidad Autónoma de Madrid, Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Historia Moderna, 2004 (Tesis Doctoral)

LÓPEZ ÁLVAREZ, A., “Coches, carrozas y sillas de mano en la monarquía de los Austrias, entre 1600 y 1700: evolución de la legislación”, en HISPANIA. Revista Española de Historia, 2006, vol. LXVI, núm. 224, septiembre-diciembre, págs. 883-908.

PARRADO DEL OLMO, J. Mª, “Patronos y obras de arte en Santa María de Tordesillas”, Boletín del Seminario de Arte y Arqueología, 56, Valladolid 1990, pp. 525-527, citado por Arias Martínez, M.: “Gaspar Becerra, escultor o tracista. La documentación testamentaria de su viuda, Paula Velázquez”, en Archivo Español de Arte, 283, julio-septiembre 1998, p. 282 y nota 38.