DOCUMENTOS ARCHIVO SIMÓN RUIZ – 51 / MAYO – JUNIO 2024
Carta de Jerónimo Lindo desde Amberes a Simón Ruiz en Medina del Campo
Amberes, 29 de noviembre y 26 de diciembre de 1575
Manuscrito sobre papel, encuadernación en pergamino / folio
Archivo Simón Ruiz. ASR, CC, C 27, 176



No es raro que las cartas de mercaderes contengan información sobre acontecimientos separados algunos días entre sí, y en consecuencia que vengan fechadas en días diversos. Esto era así porque no siempre se disponía de un correo listo para partir hacia el destino apetecido, o bien porque la noticia exigiera una posterior ampliación o aclaración habida cuenta de su trascendencia. Esta segunda circunstancia fue sin duda la que hizo que Gerónimo Lindo creyese preciso confiar al correo el 26 de diciembre de 1575 una misiva que remataba la información redactada el 29 de noviembre. Tal noticia no era otra que la suspensión de pagos decidida por Felipe II a principios de septiembre y hecha pública a mediados de mes.

Hace años que Ramón Carande calificó el hecho con estas palabras: “Cuando se quiere adoptar una fecha que registre, con mayor sensibilidad que otras, la interdependencia de la política general del país y la situación económica del mismo, el año 1575 se impone; fue decisivo no tan sólo para la hacienda de Felipe”. Valía la pena, pues, dar cuenta a Simón Ruiz del estado de cosas en Amberes a dos meses de la publicación del aludido decreto. Y la situación no podía ser más dramática; la medida estaba provocando la “ruina de muchos”, habiendo hecho que “todos los créditos desta bolsa” se hallasen “azás [por asaz] atribulados”.

Para el curso de la guerra de Flandes el decreto fue letal. Meses atrás el ejército había iniciado una ofensiva sobre Zelanda que a estas alturas del año a punto estaba de lograr su objetivo de abrir un paso hacia el mar que permitiese la llegada de tropas, bastimentos y dineros directamente desde España. En puertas del invierno habían caído ya Oudewater y Duyveland en manos del gobernador Luis de Requesens, y la ofensiva proseguía sobre las islas de Schouwen, Walcheren y las villas de Brouwershaven, Zierikzee y Bommel. Nunca antes pudo vislumbrarse el fin de la guerra como en estos meses de 1575 y principios del 1576. Felipe II felicitaba a Requesens como nunca antes, y éste aprovechaba la ocasión para recordarle que los dineros a su disposición eran cada vez menos. El gobernador se veía forzado a empeñar cuanto tenía a mano incluida su propia fortuna personal. Las últimas cantidades llegadas a Flandes lo habían sido en abril. En fin, durante los últimos días de agosto, el rey decidió comunicar al gobernador su decisión relativa al decreto. Requesens respondió desolado el 24 de agosto sin ocultar “los inconuinientes” que cabía esperar de semejante medida. Todo lo que por el momento se le ocurría era intentar detener los correos de los mercaderes que habrían de llegar con la noticia.

La segunda carta incluye un atinado resumen de la reacción de Requesens ante el inoportuno desastre. Su correspondencia con Felipe II conservada en el archivo de Simancas y en este de Medina da cuenta de sus esfuerzos por mantener su propio crédito ya que el del rey andaba por los suelos. “Máximamente -señala Lindo- porque todas las [h]oras tiene menester dineros pera estas guerras”. La estrategia era de lo más sencillo: el gobernador comprometía su palabra de que quien tuviera deudas pendientes con el rey podía estar seguro de cobrar, guardando, eso sí, el debido y riguroso turno. Los acreedores habían dado el sí al trato. Su actitud permitiría, a mayores, al gobernador contratar nuevos préstamos. El asiento (“acordo”) que con ellos firmó, y que se conserva en Simancas, preveía la entrega de ciertas cantidades en Flandes por parte de los banqueros locales una vez que sus correspondientes en Madrid hubiesen recibido los dineros pactados en reales contantes y sonantes. “A la verdad -afirmaba Lindo- se isto no izera, fora rroina desta bolça y de todos los rreinos”.

Las cosas no salieron sin embargo como deseaban tanto Lindo como Requesens. El rey no dio su visto bueno a la operación, y en consecuencia los amotinamientos de las tropas por falta de sus pagas se multiplicaron dando al traste con la campaña en curso. Requesens pasó a mejor vida el 5 de marzo de 1576. Según sus más cercanos a él, el decreto había sido la causa. El saqueo de Amberes en noviembre por parte de las tropas amotinadas marcó el culmen del desgobierno y dio al traste con la campaña en curso. El Edicto Perpetuo del 17 de febrero de 1577 abría el camino para que el ejército abandonase los Países Bajos “para nunca más volver salvo en caso de guerra con el extranjero”.

Juan E. Gelabert


BIBLIOGRAFÍA

PARKER, Geoffrey, El ejército de Flandes y el camino español, 1567-1659. La logística de la victoria y derrota en las guerras de los Países Bajos, Madrid, 1972

DRELICHMAN, Mauricio y VOTH, Hans-Joachim, Lending to the Borrower from Hell. Debt, Taxes, and Default in the Age of Philip II, Princeton-Oxford, 2014.


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