Alonso de Quintanilla fue una figura política fundamental del reinado de los Reyes Católicos, donde sobresalió en tres espacios claves del gobierno y poder: la hacienda, el ejército y el Consejo Real. La exposición que se presenta en el Archivo General de Simancas no solo pretende destacar sus funciones y papel en un período decisivo de nuestra historia como fue el reinado de Isabel y Fernando, sino analizar cómo fue configurándose como hombre de poder en el orden social y económico un personaje político de gran calado en la convulsa segunda mitad del siglo XV, jalonada de conflictos nobiliarios y luchas civiles en los que Quintanilla participó activamente. A través de las 32 piezas que componen la exposición, en su mayor parte documentos originales de la segunda mitad del siglo XV, se reconstruye la trayectoria y forja de este político en tres etapas que marcan hitos fundamentales en el panorama político del momento: una primera de acceso al poder durante el reinado de Enrique IV bajo la protección y patronazgo de don Juan Pacheco, marqués de Villena. Una segunda etapa, de consolidación, en la que se decanta por la opción del príncipe Alfonso de Trastámara frente a su hermanastro Enrique IV; y una tercera etapa en la que se convierte en auténtico paladín de la reina Isabel en su aspiración al trono de Castilla y en pieza fundamental en su gobierno posterior. La muestra se hace eco de los dos escenarios en los que se desarrolla la vida de Quintanilla: sus orígenes asturianos y Medina del Campo, villa cargada de gran significación económica y política, en la que Quintanilla fija su núcleo de residencia, su espacio vital, y su referencia local en su carrera de poder. Los documentos del Archivo General de Simancas, que como depositario de la documentación de los órganos de la administración central de la monarquía conserva un importante acervo documental de la época de los Reyes Católicos y sus antecesores, son testigos de faceta pública de Quintanilla, mientras que los conservados en la Fundación Museo de las Ferias, entre los que se encuentran los recientemente adquiridos a los herederos de la familia, reflejan la vertiente más íntima y privada del personaje. La unidad de ambas caras, la pública y la privada, nos presenta el perfil de un personaje político relevante de la segunda mitad del siglo XV que bien puede presentarse como paradigma de su tiempo.