DOCUMENTOS HISTÓRICOS INÉDITOS 11 / JULIO – SEPTIEMBRE 2015
Licencia concedida por los Reyes Católicos a la villa de Medina del Campo, para que puedan destinar hasta 25.000 mrs. de las rentas de los propios de la villa a la construcción de una alberca de la fuente de la Peña
Madrid, 3 de noviembre de 1494. Manuscrito sobre papel / 31,5 x 22 cm (sello de placa en perfecto estado)
Archivo de la Fundación Museo de las Ferias, Caja 4-31
Las labores de construcción y acondicionamiento de las infraestructuras del conjunto urbano implicaban por parte del gobierno concejil la elaboración de proyectos urbanísticos negociados con la Corona, con el fin de reestructurar la vida cotidiana de ciudades y villas. Esta era una de las competencias que requerían una mayor atención por parte de los miembros del concejo, en la que quedaban incluidas tareas que iban desde el enlosado o empedramiento de calles y plazas, hasta la traída de aguas al interior de las villas y ciudades. El impulso del urbanismo era una preocupación de primer orden para el Regimiento, puesto que constituía una de las principales medidas a adoptar por el gobierno urbano, de cara al embellecimiento de la villa y a la dotación de unas mejores instalaciones que redundaban en la adecuación del municipio a las necesidades cotidianas de vecinos y extranjeros.
En el proceso de modernización urbanística al que van asistiendo de manera paulatina las ciudades y villas castellanas de la Baja Edad Media, el agua se presenta como un elemento fundamental por diversos motivos. Por un lado, para promover la higiene y salubridad del conjunto urbano controlando en la medida de lo posible la contaminación del agua y, por otro, para favorecer el acceso al interior urbano mediante la construcción y reparación de puentes, pero también, de cara al abastecimiento para vecinos y foráneos que allí acudieran. En cualquier caso, el acceso cotidiano al agua no sólo afectaba a las personas, sino que también debía ser facilitado a los animales para que pudieran abrevar a partir de los cursos de agua cercanos. Así lo refleja la carta que los Reyes Católicos envían al concejo de Medina del Campo en 1494, dando su beneplácito para que el concejo pueda construir una alberca y abrevadero en la fuente llamada “de la Peña” o “de la Piedra”, emplazada en el camino de Dueñas.
No obstante, el aprovechamiento de este abrevadero no se dirigía tanto a los animales propios de los vecinos, como a los de los visitantes que acudían a Medina. La atracción generada por las ferias justificaba la necesidad de proveer de espacios adaptados que permitieran el desarrollo de las actividades mercantiles con las mayores comodidades posibles y proyectaran una buena imagen de la villa ante los feriantes extranjeros. De este modo, el fin último era el de facilitar el acceso al agua de las monturas de las personas que se desplazaran a la villa para visitar sus ferias, poniendo a su disposición una dehesa en la que los animales pudieran descansar. No sorprende, por tanto, que una vez conocido el interés del concejo por llevar adelante el proyecto de la alberca o abrevadero, los Reyes consintieran para su ejecución el destino de 25.000 mrs. derivados de las rentas de los bienes propios de la villa.
El diálogo entre ambas instituciones, el gobierno concejil y la Corona, pone de relieve la orquestación de un proyecto que interesa a ambas partes, al poner de manifiesto la importancia de las ferias medinenses y, en consecuencia, su obligación de dotar a la villa y sus alrededores de todo cuanto fuera necesario para acondicionar la villa al ritmo de las ferias. De esta manera, se impulsaba una imagen saneada y funcional del núcleo urbano que redundaba positivamente a su vez en la imagen de la Corona, al situar a la villa como observatorio de excepción ante los ojos del visitante extranjero.
Diana Pelaz Flores
Becaria de la Cátedra Simón Ruiz
Doctora en Historia Medieval por la Universidad de Valladolid
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